jueves, 28 de mayo de 2009

Jebel Toubkal

Durante los días 30 Abril al 4 de Mayo de este año, realizamos la expedición del Toubkal con un día de retraso con respecto a la mayor parte del grupo por problemas de disponibilidad de días. En concreto Clara, Alberto, Adri, Oscar, Javier Martín (nueva incorporación que el año que viene estará con nosotros en el grupo Piolet) y yo mismo, subimos al Toubkal un día después que el resto del grupo. En nuestro caso (Adri, Oscar, Javi y yo), nos arriesgamos a salir en el tren nocturno de Tánger a Marrakech el jueves 30 de abril sin reservar la cabina de literas porque era imposible hacerlo salvo en la misma estación. Nos arriesgamos y nos salió mal, porque el grupo Quercus había ocupado todo el vagón de literas y no nos quedó más remedio que intentar dormir entre los sillones y el suelo de nuestra cabina en el tren.

Después de desayunar en Marrakech con el grupo de Quercus y de que éstos nos llevaran amablemente hasta Imlil, subimos el viernes al refugio a la velocidad endiablada con la que tuvimos que seguir a la mula que porteaba nuestras mochilas, azuzada por un joven arriero que al final tuvo que subirse en ella para aguantar el ritmo y que, supongo, querría llegar cuanto antes para que no le cayera la noche en el regreso. Allí nos encontramos con Clara y Alberto, que habían llegado hacía poco y subirían al Toubkal con nosotros al día siguiente, así como con los primeros del grupo que habían bajado ya de la cumbre, con caras de gran satisfacción. Mi más sincera enhorabuena para todos ellos y especialmente para los que tuvieron más capacidad de sufrimiento, dada su menor experiencia en alta montaña o su menor forma física, como Cari, que haciendo de tripas corazón llegaron hasta arriba con mucho coraje. ¡Cari, cuando sea un poco más mayor quiero ser como tú! Al día siguiente, después de despedirnos de la mayor parte del grupo, que bajaban a Imlil, afrontamos los seis la ascensión al Toubkal sin problemas y tras descender al collado próximo a la cima, subimos Adri, Oscar, Javi y yo, a otro 4000, el Toubkal oeste, teniendo ciertas dificultades en la bajada al refugio, al ser impracticable la bajada prevista por el SO, con paredes muy verticales y tener que volver al camino inicial pasando por penitentes de nieve muy blanda en la que nos hundíamos hasta casi la cintura. Sin embargo, al llegar al camino por el que subimos en la mañana, descendimos deslizándonos sentados sobre la nieve hasta casi la altura del refugio, al grito de guerra de Adri ¡¡el tobogán de la locuraaaa!!... muy divertida bajada pero se llenó de nieve hasta la parte más recóndita de nuestra anatomía y ropa, incluídos los calzoncillos, que a pesar de su longitud inicial quedaron en mi caso reducidos a un mínimo, mojado y gélido tanga. Durante todo el día en el Toubkal estuvimos contemplando, al otro lado del valle del refugio, la desafiante pared este de los Ouanoukrim, una cuerda de seis cimas de más de 4000 metros desarrollada de norte a sur, con más carácter alpino que el Toubkal, dada su mayor longitud frente al aislamiento de este último. Nuestro objetivo era volver a Imlil atravesando este macizo por un collado próximo al refugio pero a 3900 metros, para bajar por el recóndito valle del refugio Lepiney y la aldea de Tizi Oussem, subir al puerto de Mezzik y descender al final del recorrido. Desde el camino y cumbre del Toubkal se podía ver perfectamente la canal de nieve en diagonal por la que debíamos trepar que sale directamente desde el refugio (en la primera foto puede verse esa diagonal ascendente de derecha a izquierda) Finalmente regresamos por ese camino alternativo Adri, Javi y yo, esperándonos Oscar en Imlil, ya que decidió bajar más tranquilo con Clara y Alberto. La subida resultó muy dura por la pendiente elevada, aunque fácil técnicamente, pero lo mejor estaba por llegar: el descenso por el valle hasta la altura del pueblo de Tizzi Oussem resultó para todos nosotros una de las rutas de montaña más bellas que hemos hecho en nuestras vidas. Las paredes heladas del collado del que descendimos (los Clochetons) y de la enorme meseta de Tazaghart, los sucesivos circos glaciares que se abren hacia el norte limitados por escarpes en los que se despeñan cascadas abriéndose paso entre la nieve helada, las cascadas saliendo de desfiladeros imposibles más abajo del refugio Lepiney, las increíbles primeras terrazas de cultivo, las aldeas dispuestas sobre franjas de rocas mesozoicas con los mismos colores gris, ocre, naranja o rojo, de los estratos de sedimentos levantados y quebrados por el empuje del zócalo granítico del Atlas central al producirse su elevación, los extensos bosques de sabinas sobre suelos donde no crece nada salvo estos monumentales árboles, los pastores y agricultores, y sus chiquillos que no te salen al paso para sacarte unos dirhams porque en este recóndito valle ven a muchos menos excursionistas... En definitiva, una serie de impresiones maravillosas que le quitaron toda importanca a las nueve horas de marcha con un ascenso de 1500 metros y un descenso de 2500 acumulados, a tener algún resvalón por quitarme demasiado pronto los crampones y poder frenarme sólo gracias al bendito piolet que nos ha dado un nombre, a comer sólo tres barritas energéticas y un tercio de lata de sardinas por barba para darnos un poco de energía. En fin, nada que no se pudiera recuperar con una opípara cena en el centro de Marrakech esa misma noche. Los paisajes de este último día son tan impresionantes que, salvo la primera foto, tomada en la ascensión al Toubkal en dirección a los Ouanakrim, donde podéis ver la diagonal de ascenso, todas las demás corresponden a este día. Espero que os gusten

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